Vuelvo a chocar
contra las paredes sin acolchar
que siempre son origen
de mi marcha fúnebre
De nuevo el frío
del vidrio y el acero cual quirófano,
por conservar la carne amarillenta
envuelta en traje y corbata
Las flores se muestran insípidas
por haber crecido
sabiéndose despedida eterna
y por contener nuestro frágil deseo
de que esta vez no marchite la vida
Me encuentro donde el miedo a ser el siguiente
nos hace escupir recuerdos
mientras se nos atraviesan
el rencor y el odio descuidados