28 de junio de 2014

Ciego con gusto

Los días se hicieron pasos donde el lodo fue capaz de hacerse tierra firme porque sólo anhelábamos el roce de algo sólido. Espacios de tiempo en los que todo tiembla, se tambalea y nos demuestra que no estará para siempre, que nada existe más lejos del ahora. Y de vuelta la paz con más fuerza que nunca porque en el conflicto crecemos, del conflicto nacemos. Nos miramos a los ojos para buscarnos y así nos quedamos hasta el día que nos damos cuenta de que la única manera de encontrarnos es cerrarlos. Lo comprendimos con el primer beso verdadero, aunque lo aparcamos en el inconsciente durante todos esos años en los que seguimos dando más importancia a lo mojado que a lo húmedo. Soñamos con orgasmos desgarrados y los confundimos con el dolor impartido en sus dosis exactas en sus momentos oportunos con la rabia justa. Llegamos a clavarnos las ganas con la ira de quien busca una muerte en vida para sentirnos poderosos sobre la súplica de clemencia ajena. Nos volvimos a olvidar de cerrar los ojos, por ver el sufrimiento en su cara. Y nos olvidamos de compartir. Buscar la unión perfecta en la que el respeto viva implícito. Saber que todo se hace para uno, porque no existen dos. Entender la inmensidad que somos capaces de remover sin necesidad de tocarnos. Uniéndonos. Empezar por sentir todo lo que nos envuelve, y lo que nos desea envolver. Elevar la sensibilidad a su máximo exponente y hacer de cada roce un aquelarre en el que fundir el todo para sentir la plenitud en el interior. Llevar nuestro animal más salvaje hacia el cielo de nuestra espiritualidad y vivir la paz. Llorar de júbilo por encontrar el punto en el que se revaloriza la vida con un 'gap' escalofriante hacia las alturas. La única manera de sentir igual que alguien, de compartir una realidad con alguien, es acariciarnos este aura de dos cuerpos y lamernos los chakras sin tocarnos. Entonces reaparece quien sabe mostrarse como siempre aunque el estar sea inversamente proporcional al verla cerca. Con la predisposición de hacer saltar los plomos de la estrella que más brille poniendo toda la intención en cada gesto. Andar bien lejos para no volver a ser conocidos, aunque sí familiares. Porque hay quien sabe ser luz en el instante preciso para eclipsar cualquier galaxia enquistada sin valor de mirar a los ojos. Hay quien vive en una sonrisa que se hace hogar a base de carcajadas. Ojalá todos aprendiéramos a hacer las cosas de verdad y ser sinceros, que seguro que algo nos crece aunque no sea la nariz. Sin olvidar que hay cosas incapaces de ser explicadas, porque el sentir tiene un lenguaje diferente en cada corazón. Entonces es cuando merecemos recordar que toca estar callados y cerrar los ojos. Cerrar los ojos.

21 de junio de 2014

Solsticio de muerte

La confirmación del quebradizo como muestra de una reestructuración interior. Sentir la pena en el corazón, quererla, hacerla mía. Observarla y acariciarla para ir gastándola y pedirle que se vaya cuando le apetezca. Pero incredulidad en ver que la mente no actúa, que los pensamientos son inexistentes y nada enturbia la paz. Más oscura, pero paz. Poco a poco se aclara un interior que nunca se cansará de dar las gracias, que vive envuelto en verde. La luz encuentra la salida haciéndose más tenue que nunca. Sí, tal vez se me haya ido la cabeza. Por fin. Ahora es cuando empieza a tener sentido todo, cuando la libertad fructifica en cualquier dirección.
Pero vuelve, todo vuelve y entonces más vale callar de nuevo y volver a volar bien alto esperando la caída. Acercarse a un cielo de cartón-pluma nacido para desvanecerse al mínimo suspiro de complacencia. Las luces de emergencia fundidas en un faro reinando la montaña del olvido, un mar de desiertos a sus pies, entre mis manos. La impotencia ante un destino caprichoso que pone trabas a la distancia, que no me deja alejarme ya ni con pasos. Ahora que tal vez toque quedarse es el momento de tomar consciencia. Los miedos se harán cenizas que tiraré en cada puerto para que se huelan a ellos mismos y no vuelvan. Seguiré cerca de los rostros de princesa que siempre han sabido reinar en esta ciénaga. Nos alegraremos las verdades a base de una complicidad imperante y fluida desde siempre y hasta el fondo en cualquier baño por común que nos sea, nos rodee lo que nos rodee.
Andar cerca de uno mismo, frotar las estrellas con la coraza del corazón para iluminarnos las verdades. Las plantas de los pies sobre la mesa como único camino hacia uno mismo. Sigamos cantando por favor, que esta noche toca fundirse y sacar provecho de un solsticio con intención de asesinar a una primavera marchita y un invierno bipolar.

16 de junio de 2014

cuando la esperanza pasa a llamarse clemencia

los días empiezan a ir acompañados de un vacío por definición y creo que tanto pérdida como perdida pretenden hacerse sinónimo
los fantasmas que me sobrevolaban empiezan a materializarse a hacerse cuervos del tamaño de unos brazos abiertos pidiendo clemencia
sabía que pasaría como tantas otras cosas por las que seguí callado suplicando piedad a mis entrañas
tal vez fui yo quien lo hizo realidad aunque no sean mis maneras ni mis formas ni yo eso que queda en mi cama
necesito esnifar la verdad o moriré de sobredosis
buscarla en el pasado puede ser más valiente de lo que parece
que mis pasados también huelen tanto como duelen a ti y el dolor siempre ha sido más creíble que las utopías en cuanto a olores
sentido y sin juegan a hacerse uno para todo lo que me ancle o me vuele.   los sesos también
las ideas se clavan sin piedad en un corazón que ve como sólo es capaz de crear aquello que lo perfora, y derrite cualquier alegría
hay tantos agujeros como veces me he dicho aquello de "algún día aprenderás a irte con algo más que con pasos y silencios"
mientras no me queda otra que seguir desangrándome volando quieto
mientras me ato los suspiros por su ansia de catarsis olvidada de olvidos
mientras se ha hecho siempre a todas horas
supongo que no soy el único que se ha olvidado de irse

11 de junio de 2014

Retrospectivas del presente

Hoy OSHO me ha contado un secreto que todos debéis saber: nunca aprenderéis a amar mejor. Dejadlo, no lo intentéis porque no se puede amar mejor. Y no se puede porque el amor es perfecto por naturaleza. Tal vez no nos toque vivirlo en esta vida, porque el amor implica ese nivel de consciencia superior que nos haga trascender, llegar a tu interior donde reside aquello inconmensurable. Desde donde nace todo lo inconmensurable como es el amor cuando deja de entender de condiciones y se rinde a la causalidad, que sólo así sabe existir. También debéis saber que trascender no entiende de condiciones, no sabe de espacio ni tiempo ni de fechas de caducidad, ni de irse o quedarse. Trascender es encontrarse, y a mí me encanta hacerlo con quien me acompañe cualquier domingo de terraza y cerveza. Que vivo para crecernos juntos. Todos.

Hace mucho que no siento un amor, tanto que nadie en vida lo recuerda aunque alguien reavive los recuerdos. Porque hay besos malva que vinieron a reabrirme heridas tan profundas que se han cegado al ver la luz. Me hizo mirar a la Luna para volver al medioevo demostrándome que entonces también ella me miraba al bailar, que también bailaba sola. Conocí la impotencia de una entrega al vacío y actué desde esas épocas de verdades en las manos como a mí más me dolió. He sufrido la esquizofrenia de querer darlo todo desde la distancia, de entregarme con los puños cerrados y de el pánico a la dependencia en cualquier sentido. He seguido menospreciando entregas desinteresadas que han sufrido el rechazo de mi incapacidad, y lo siento. Ahora soy la duda de no saber cómo volver a aquellos tiempos de arcos góticos y cielos en cada iglesia para sanar lo que tengo delante. De no saber qué hacer con lo que tengo delante.

Me he envuelto en círculos perfectos de esos espíritus que tanto anheláis, y dejadme deciros que son felices. Que no les preocupa tanto vuestro sufrimiento como vuestra evolución. Que saben de todas las puertas que se nos abren desde el dolor. Cuentan que el secreto está en saber crecer sin heridas, y para eso hay que valorar todo lo que nos llega sin necesidad de pérdidas y arrepentimientos de por medio. Pero sobretodo recordad que el verdadero perdón es aquel que nace sin unas disculpas que lo precedan. Y sin perdón no hay amor.




7 de junio de 2014

Sigamos olvidando

Yo sabía que solo iría más rápido, pero alguien me tatuó lo de llegar más lejos acompañado. Y quién no recordaría ese horizonte de cielos reflejado en sus pupilas. Esos labios que se hacen espiral de precipicios. Ese bucle anunciador de una muerte plácida que son sus piernas en busca de placer. Quién sería capaz de sobrevivir a la perversión de un párrafo desgarrador de incertidumbres con un dardo como remite. Tal vez no seamos todo eso de lo que jamás hemos sido capaces de presumir. Tal vez todo sea culpa de la incapacidad para hablar en algo que no sea presente o un subjuntivo desdibujado. Pero es que en el corazón no existen ni pasados ni futuros, y esa es mi plaza de encuentro predilecta. Tal vez nos ensucie lo que ha llovido antes de decidirnos a quitarnos las suelas y empezar a bailar mojándonos los pies. Pero sigue lloviendo y el reloj no empezará a funcionar hasta el día en el que entendamos la relatividad del tiempo. Hasta que no nos decidamos a situarlo en nuestro cuarto pero más importante punto de partida de los siete que nos fluyen. Hasta que no lo veamos de tierra pero con tantos extremos como flores renacerían en tu espalda a cada roce. He visto aludes precipitando los suspiros y dioses reclamando fe ajena a sus cielos por beneficio ajeno a sus súbditos, cercano a los precipicios y horizontes. Las nubes dejan de ser turbias cuando se viven, dejan de ser densas cuando se palpan y todo queda por los aires. Se bailan mejor desde dentro, como todo.

Prometo seguir siempre olvidándome de mí

3 de junio de 2014

Creo

Creo. En el mundo. Y estando en él también
Creo en el mundo y creo el mío
Creo en todo aquello que me creó y me crea aunque no todos lo crean
Creo mi credo, el nuestro si lo quieres porque lo preside el compartir y el creer en lo de dentro ante todo, aunque la esencia también esté en todo lo de fuera
Creo en el amor aunque ninguna se lo crea, señal de que no supo crearlo, sin saber que es tan simple como creerlo
Creo en unas manos que no necesiten nada y sean capaces de darlo todo, sobretodo si ese todo no se puede ver y tiene que sentirse
Creo en un corazón, incluso el mío, si le da por crear ganas de solo creer en un todo que sea capaz de no estar dentro
Querría creer, pero ya os he dicho lo de crear y siempre acaba por multiplicarlo todo, por multiplicarse
O dividirse dirán
Y yo incrédulo
Pero sigamos creyendo
Que yo creo en algún día y ese crearemos (él, yo y vete a saber quién) una eternidad
Tal vez algún día sea toda una vida y yo creo en todas las mías aunque en alguna me perdiera
Por suerte en esta creo haberme encontrado y estoy creando un todo mejor para todos. Con mis manos y todas vuestras almas. Y nuestra tierra
Así que créeme
Que yo me creo
Creo en vosotros
Nosotros
Y creer es crear




1 de junio de 2014

Tal vez. También

He sentido el bullicio del caos en cada poro y lo he hecho mío. También

Me comí sin darme cuenta los placeres de la vida en un suspiro, y cuando volví a mirarme las manos se habían multiplicado. Ya no encuentro palabras más que los días de resaca. Lo poco que queda de lo que era supongo que renace en esas noches, y en él es donde queda la tristeza, el arte. Suerte que siempre quedan rincones de paz en cualquier colmena, por caótica que sea. Empiezo a controlar las erupciones que provoca el afán de competitividad que imponéis en cada gesto. Las controlo y las convierto en luz que os envío desde el silencio. No me canso de explicar la importancia del 4, quien debe ejercer el equilibrio. El sentido de dejar la mente para almacenar y rendirnos a los sentimientos y la intuición. Y el placer de contarlo fluyendo, evadiéndonos, creando burbujas perfumadas de momento entre celebraciones. Mis vuelos empiezan a tomar alturas capaces de cuestionar leyes que hablan de gravedad y que crearían crisis en cualquier mente autoportante. Que harían despertar a la mente del escepticismo más arraigado. Sembrar el camino, invasiones de quien quiere abrir los ojos, semillas en cualquier intercambio, rostros, rastros. Restos.
Derechos de palabra más que de imagen, derecho de hacer con ellas lo que nos dé la puta gana. La obligación de escuchar antes de pedir, la certeza de un silencio en cada paso, el anhelo en cada peldaño de una montaña hecha infinito. La distancia siempre presente y ahora escenificada, la ausencia que nunca deja de hablar de frío por más que parezcan soles. El temazcal de su entrepierna como único espacio de purificación. La limpieza de su fuego en las entrañas y las ganas de seguir aunque duela por no dejar de inhalar el vapor que emana de su pecho, el perfume de su espalda dormida, silencios. Y distancias de nuevo.
La fecha de la incerteza es lo anecdótico de mi relatividad del tiempo y mis trapicheos con el infinito. Yo sigo aquí en la eternidad de cada instante, sin pensar que llegará el fin del mundo, porque no entendemos de final cuando vibramos a estas alturas, simplemente cambios. También tengo miedo a las despedidas, pero porque no quieras quedarte una noche más, y no porque tal vez no volvamos jamás. A vernos.

Vente ahora y después ya lloraremos. Y de alegría. También