29 de junio de 2016

El amor es tan sencillo que prefiero no verlo

Siento un olor a podrido en mi interior
llamando a la puerta de mis párpados
insinuando que aún queda mucho por ver

Mientras el parpadeo de los neones
aporta profundidad al asunto
las pestañas
se separan sutilmente
Me asusto
y vuelvo a empezar

Tomo conciencia de que ese olor
viene de lo que tengo por dentro
trago saliva,
y le deseo buen final

Algo me responde
con un sonido hiriente
que no llega nunca a desgarrar
Una nota constante
que no llega nunca a explotar
que no me deja romperme
Me ata a un vacío
que me sabe a muerte
un dolor que me hago mío
como si así
pareciera ser más fuerte
y acaba siendo él
quien me mira con aires de gigante

Cómo en mi interior
puede existir algo
más grande que yo
Quién, más que uno mismo,
puede torturarse desde dentro


Si alzo la voz retumban las burbujas
que se elevan por la ciénaga
vuelve a atravesarme esta peste a muerte
hasta impregnar todo aquello que creía reluciente

Se apagan las luces
y ya poco queda que sirva
para seguir adelante
Hasta que una sonrisa
me hace capaz de mirar

El amor es eso tan sencillo
que sigo sin querer ver

Es aquello que me ciega
más allá de mis pupilas,
y por querer atarlo
me olvidé de dilatarlas



7 de junio de 2016

El peso del cielo

Despedirse de la culpa y del instinto,
del rencor hacia uno mismo
Aceptar los cielos incendiados
por seguir abrazado al impulso
de satisfacerlo todo
tal y como nace
Enganchado al deseo
de lo no vivido
de lo perdido
y de lo desconocido
De aquello que surge sin presencia
y también cuando existe ella

Pretendemos los acuerdos
cuando todo está acabado
y lo que parece una intención
nunca antes mostrada
acaba sabiendo a reproche
En qué momento
pasamos de la observación al juicio
del amor al odio
y del deseo al rechazo
Porqué tanto bajo los velos
y tan poco al ver la luz

El echar de menos
en relación a los polvos
que harían falta
para dejar de hacerlo
y las ganas de vida
paseando entre dos puentes
bajo el cielo soleado


La amargura de una ciudad entera
sobre mi espalda
mientras ando más solo que nunca
Sobre mis hombros el cemento
y en el suelo unas arenas movedizas
que me frenan tanto como me empujan
Caras y más caras me atropellan
incapaces de ver el entierro
en el que ando convertido
De nuevo pierde el sentido
eso que llaman vida
tras un día en el que sé
que he vuelto a cambiar mi mundo

Saber que donde tengo que estar
es donde estoy
aunque me siga costando tanto
sonreír
Perder las ganas de existir
después de cada logro
como se desvanecen las ganas de hablar
después de cada polvo
Tenerlo todo tan cerca
y no saber tocar nada

Entonces acordarme
de que no solamente estoy
donde tengo que estar
también estoy
donde quiero estar