Siento un olor a podrido en mi interior
llamando a la puerta de mis párpados
insinuando que aún queda mucho por ver
Mientras el parpadeo de los neones
aporta profundidad al asunto
las pestañas
se separan sutilmente
Me asusto
y vuelvo a empezar
Tomo conciencia de que ese olor
viene de lo que tengo por dentro
trago saliva,
y le deseo buen final
Algo me responde
con un sonido hiriente
que no llega nunca a desgarrar
Una nota constante
que no llega nunca a explotar
que no me deja romperme
Me ata a un vacío
que me sabe a muerte
un dolor que me hago mío
como si así
pareciera ser más fuerte
y acaba siendo él
quien me mira con aires de gigante
Cómo en mi interior
puede existir algo
más grande que yo
Quién, más que uno mismo,
puede torturarse desde dentro
Si alzo la voz retumban las burbujas
que se elevan por la ciénaga
vuelve a atravesarme esta peste a
muerte
hasta impregnar todo aquello que creía
reluciente
Se apagan las luces
y ya poco queda que sirva
para seguir adelante
Hasta que una sonrisa
me hace capaz de mirar
El amor es eso tan sencillo
que sigo sin querer ver
Es aquello que me ciega
más allá de mis pupilas,
y por querer atarlo
me olvidé de dilatarlas