Parto
del sentir
que
escuchar
ha
dejado de ser
cosa
de oídos
Ha
pasado a tener más que ver
con
el latido,
con
lo que sucede
entre
latidos
Desnudarse
antes
de que las corazas
empiecen
a dejarse ver
es el
único camino a la sinceridad
Dejar
que las cosas sucedan
sin
necesidad de provocarlas,
olvidándome
de que un día las
provoqué
El
tacto de dos dedos
que
no llegan a tocarse
le
niega los derechos
a la
lascivia que siempre me rodeó
Ahora
que me miro
para
respetar al tiempo,
para
escucharnos
a él
y a mí mismo,
se
transforman los impulsos
que
quebraron mi inocencia
Mientras
seguimos
en
esta danza que trazamos
por
los surcos de unos abrazos
que
fundieron cielo y tierra
que
me elevan
ya no
solamente cuando existen
también,
siendo recuerdo
Que
la vida no requiere de preparación
para
vivirla bonita
Es
más bien el respeto al momento,
el
respeto a nosotros mismos
y a
lo que somos en este momento
lo
que nos puede hacer llorar de gozo
Por
eso mi fragilidad aflora
y el
avance hacia el tacto,
hacia
lo íntimo y todo aquello
por
lo que siempre me desviví,
cobra
la sutileza de una brisa
erizándonos
la piel
Mido
en milímetros los pasos que doy
ahora
que me siento en tu interior
pero
aún no lo estoy,
del
todo