30 de julio de 2014

El camino del Shramana III: Iluminación

Viví anclado a una luna porque en un cielo tan lleno de mierda no es posible ver más allá. La pureza se ha hecho oxígeno y aquí he descubierto un cielo que existe también de día y que se pinta de mil colores como la niña más bonita en un cuerpo sin edad. Un cielo que te muestra toda una galaxia con la que entender la existencia. Y claro, ante tanta inmensidad, ¿quién va a seguir mirando la luna? No importa que las estrellas puedan ser fugaces si en una noche nos hipnotizan cientos de ellas y son capaces de llamarse siempre igual. La energía de un pueblo donde se vive de verdad es la mejor droga que os podáis imaginar. El encanto de un dibujo de inocencia vestida de rojo por todos los rincones. Viajes nocturnos como visitas hechas complicidad. El tiempo y la distancia no son nada para las voces de sirena que predicen lo que hacen. Huracanes por sentir, puentes astrales y una espina de rosa clavada esperando al tacto como preámbulo a la culminación de una mirada cargada de eso inexplicable con palabras. Pocas cosas han llegado tan dentro con la durabilidad y el arraigamiento que eso implica. Simplicidad, intención y sentimiento definen la verdad.
Buscar un rincón entre árboles para ver como te envuelven y ver como te explican que existen techos de colores entre sus copas y todas las demás. La intensidad de unas manos compartiendo interiores vacíos y coloridos. Risas y más risas que se unen con el compartir más que horas de trabajo. Más árboles porque aquí si vive esa nuestra madre llamada Tierra. Aunque esta vez el cielo son puros destellos. Sentarse en lo más alto de los sueños esperando que nos caiga encima lo que quiera. Entender entonces la incondicionalidad de ese meteorito que se deshace por satisfacer nuestras ilusiones. 
Ser meteorito, vaciarme sin importarme dónde ir a fundirme e iluminarme.

25 de julio de 2014

El camino del Shramana II: Renacer

Os escribo para pedir perdón. No pretendo que lo entendáis, pero os amaréis más si lo hacéis, más todas las prohibiciones que de ello derivan. Por eso quiero limpiar en verde todas las habitaciones que pise, los balcones que salte, los puentes que renazca, los cielos que naufrague, las heridas que cicatrice y déjate de lamer que tenemos luz de la que nunca nos podrán vender, y también todos y cada uno de los vasos que bien llenos utilice para brindar en el vuelo más rojizo hacia el cielo más morado. Quiero una vida verde y no hablo de esperar ni de esperanza. Hablo de un verde que es amor. Por eso no dejaré de buscarlo en cada puesta de Sol porque si lo encuentro en mi interior, de vuestros ojos voy a estirarlo a todas horas. No pretendo inundaros del mío, y no por egoísmo, sino porque todo lo que consigue uno mismo sabe mejor. No hay nada como el conocimiento propio y más si hablamos de amor.
Llega la hora de buscar ese cambio en nosotros que nos haga valorar la felicidad por encima de las tristezas. Que el arte deje de ser una lágrima oscura, porque puede ser verde. Tal vez me cueste ahora encontrar las palabras. Y no por falta de felicidad, os regalo el secreto a voces de que no me falta. Pero es tan hermosa que me cuesta encontrar palabras que estén a su altura. Seguramente recaiga en el deseo de desangrarme a deshora y con la puerta abierta. No me lo tengáis en cuenta, nunca he sido de vicios sin dos piernas así que seré breve. Como siempre fregaré todo flujo que nos sobre y seguiré hacia lo verde. Caminando que a eso me están enseñando. Pasando por delante sin perder la ilusión de tener todo un camino por hacer, o acortándome la distancia a casa en paseos por bosques de conocimientos infinitos que me recuerdan que mi hogar es la vida

la sonrisa de un niño
la lucidez de un adulto
la templanza de un sabio
unidos
por la distancia de la consciencia
trenzados
por la ternura del amor
arraigados
por la fuerza de la incondicionalidad

el desapego de lo material
         por no ser capaz
         de deshacerse entre las manos
         por no hacer florecer miedos
         con sed de pérdida
es lo que nos libra
de cualquier peso innecesario

el silencio como respuesta a cualquier ataque
no nos olvidemos
de que todo rebota
si no es recibido

sonreír al compartir
vivir meditando cada instante
aceptar lo que venga
porque toca aprender
de todo
y de todos

la magia de esta rutina
de no ser capaz de perderme
ni una puesta de sol

15 de julio de 2014

De como lamerse una implosión



Por Mardetutis


Salir corriendo puede tener sentido mientras seas capaz de mirar al suelo para no tropezar. Mirar a los ojos puede ser precioso si somos capaces de aguantar sin limpiarnos las lágrimas de cualquier emoción. Si somos capaces de dejarnos ver por dentro, la vida puede ser de verdad. Existe, la vi cuando me despisté y me olvidé de mirar. Igual que me he visto entre tantas piernas como pozos en las noches que más vivo. Y sigo rezándole, también en esas noches, a todo esto que llevo dentro y no acaba de explotar. Veneré a la implosión como un logro y ahora me desvivo por unir todos los pedazos que ya no tienen de tu flujo como pegamento. Ni de tu risa como analgésico. Ni de nada. Pero más vale hablar de mí sin ti si queremos acabar la noche con valor de mirar las estrellas. Que siempre me da por ladrar a las mismas putas. Lunas. Y de aullar también me acuerdo. Señales con destellos de causa una vez lo entendemos, una vez ligamos más que hechos. Vernos sin palabras entre astrales como muestra de nada para quien sólo tiene ojos. La siguiente noche el delirio de un encuentro tan profundo y agradable como ya no recordaba. Tan fugaz como fogoso y a la mierda con la distancia si nos podemos follar en el cielo. Las 'palabras' de una canción capaz de reavivar todo aquello que pronto será la ceniza que se posará para una nueva combustión y hablar de montañas de complicidad. Y la verdad de una rosa que os juro nos vimos en otra vida porque sino me faltan explicaciones para su saber estar a todas horas en cualquier lugar para cumplir. Su rostro tan lejos y sus susurros de alegría tan certeros como cercanos. No pretendo más que no perderme otra vez pretendiendo buscarme donde sé que ya no existo. Porque ahora lo sé. Los pasos son tan definidos como precisos, ahora que la consciencia toma forma. Viajar desde la almohada a cualquier abrazo. Abrid los corazones que hoy vuelvo, que también se echan de menos las mentiras, porque sé que ya nada sigue igual. Nada debería seguir igual porque todo lo siento mejor. Más dentro y menos mío. Desde la libertad de crecer sin poseer más que una llama de presencia preparada para extasiarse con cualquier soplo de aire fresco que venga a deshacerse entre mordiscos de la realidad menos palpable. Pero me callo, que es como mejor se me da gritar. Y me duermo, que es como mejor se me da volar.

14 de julio de 2014

El camino del Shramana I

Ojalá mis pensamientos fueran
como estas personas que pasan
parando el tiempo justo para compartir
pero sin perder de vista
su camino
alegría en cada rostro
ilusión por llegar
pero, sobretodo
intención en cada paso
lugares donde se disuelve
cualquier cultura
donde se unifica
cualquier sueño
historias tan dispares
como comunes
el tiempo ha dejado de existir
y cualquier mañana sabe a gloria
las noches se vuelven
de lo más introspectivas
y la luna sigue haciendo de las suyas
ver tu realidad desde tan lejos
hace sentir la pena
con el desapego justo
para que duela
pero no abrase
reaviva muertes pasadas
que podrían haber sido amanecer
pero sin cielos
limpia todo aquello
que decidimos tapar
en vez de lamer
y cura
cura mucho

es todo tan efímero
que tal vez sea cuestión
de aprender a enamorarse
cada día
con el placer de decidir
si olvidarnos mañana
o recordarnos para siempre

6 de julio de 2014

Silencios de corazón. Y otros mudos

Vivimos en el mundo más cambiante que jamás hubiéramos podido imaginar. Confundimos velocidad con plenitud y nos pusimos manos a la obra para destruir cualquier paz que nos dejara sentir de verdad. Pretendemos vivirlo todo en una vida porque aún no hemos entendido que son eternas. Que somos eternos. Nos carcomemos a expectativas hasta perder la esencia de la vida. Anhelamos tanto cualquier resquicio de tranquilidad que nos anclamos al mínimo atisbo de estabilidad. Ahora que nada es capaz de parar, que nos vemos incapaces de saltar nos damos cuenta del pánico que nos generan los cambios. Vivimos en una pura esquizofrenia provocada por esta ansiedad constante. Nos encerramos en vínculos condicionados por presentes y futuros que nos pintamos en forma de puñal. Creamos burbujas de dos porque no somos capaces de confiar ni cuando tenemos un espejo delante. El problema no es olvidarnos de los demás, el problema es olvidarnos de nosotros mismos. Es mentirnos y aceptar que nos mientan. Me gustaría ver el vestido que se pondría la verdad en la cara del que canta si en rubio le hablaran de lo que esconden los lavabos. Me gustaría volver a ver sus ojos limpios, con o sin melena, y entender que aún no quiere dejarse morir.
Mientras nos anclamos nuestra alma suspira por esos cambios que son saltos cuánticos evolutivos. Por crecer en busca del amor que prometió acariciar antes de caer en este mundo y no somos capaces de aportarle en esta vida. Yo viví (o tal vez viva) anclado a la libertad de unos ojos. Crecí entre sus brazos más que nunca, aunque rara vez los abriera. Aprendí de cada limosna que le relamí para intentar hacerle ver que todo en ella era bonito. Espero que aún lo sea. Renuncié a cielos llenos de soles por el suyo y sus tormentas, y ahora me veo incapaz de secarme sin relámpagos. Me voy lejos pero la distancia es anecdótica ahora que recuerdo el olor de vuestra energía. Ella se fue una vez más y no pasaría nada porque nunca volvía sin que la pasaran a buscar. Pero esta vez me borró el camino de vuelta. Ahora aprendo a despedirme mientras intento olvidar sus pasos, su espalda y sus clavículas. Sobretodo sus clavículas. Esto es una puta despedida y no lo de la distancia.
Me voy en busca de esa paz que mi alma pide a gritos y ella lanzó al viento, a asimilar cambios radicales sin precipitarlos. Llamarle retiro. Llamarle clausura. Llamarle muerte. Yo soy incapaz de poner nombres hasta que no siento. E incluso entonces lo hago con el máximo respeto porque las letras siempre se quedan cortas cuando habla el corazón. Siento como mueren en mi estómago las raíces una a una. Seguramente no hay peor manera, ni más clara, de entender donde nacen los lazos que nos unen que mediante el lento suicidio de estos. Aunque todo es más fácil gracias a la luz alegre que llega a la vez que eclipsa todo un nuevo continente hecho sueño. Suerte que a estas alturas sobran las palabras. Nos sobran las palabras, que no el amor.

1 de julio de 2014

Espero ser

la piedra en la que aprender
la grieta en los labios
la lágrima en la mejilla
el susurro a ciegas
el beso en la frente
el centro de algunos pechos
los dedos perdidos
los delirios encontrados
los sueños

por eso la maleta vacía
y los bolsillos repletos
de energía del guerrero
que un martes de Mercurio
todo lo llena
hasta que se lo haga ella
la Luna

espacio de nada entre dos cielos
vivir en una isla como ilusión
que yo nací para ahogar mares
por eso mis torpezas al nadar
y todo por el miedo
a los ojos bañados
y el 'Salitre'