28 de septiembre de 2014

Acupuntura cardíaca

He dejado de enamorarme por ver amor en todas y cada una de las gotas de vida que nos envuelven. He dejado de creer en la felicidad, no existe. Forma parte de eso que llamáis pasado o futuro, eso que anheláis o proyectáis. Yo es que vivo de momentos tan plenos tan plenos, que en el instante en el que lo vives no hay quien esté para pensar en palabras tan largas. Yo creo en cosas tan cortas como un brillo de ojos, una luz que ve la luz y unas palabras que denotan orden, profundidad y cauce. Y creo en lo que todo eso provoca, no por la esperanza de que un tiempo encajonado en horas me lo vaya a traer. Es más bien que noto que esas cosas ya existen en una dimensión abstracta y circular llamada tiempo, y es cuestión de dar vueltas encontrarle la salida en mi camino. Porque si ha llegado a aquí con el mareo de rodar tantas vidas compartiendo bailes, no es tan difícil entender que no todo se soluciona con un tango. 

Gracias, gracias y gracias. No hay mejor espejo que quien ha vivido a nuestro lado una vida entera para enseñarnos todo aquello que nos forma. Quien nos hace heredar tantos patrones pasados que apuestan por formar parte de mi parte más masculina. Asimilo, respeto y agradezco una y mil veces. Pero aún y así no acepto la cesión de derechos. Abro los brazos y dejo que fluya, que arraigue entre antepasados gloriosos. Lo siento, vengo para romperlo todo. Soy de esa generación del renacimiento. Mi cuerpo sufre la incertidumbre de un cambio cuántico de potencias impredecibles. Acepto aquello que veo como los pasos a borrar en la búsqueda de mi parte más Yang. Doy paso al dejarme ser, al recuerdo como llave de cualquier avance.

He visto renacer bajo gotas de bendición. He visto, y he sentido, la luz y la oscuridad en su máximo apogeo. Mis piernas se han hecho de lo más débil entre cuatro almas sanando y hablando con voces de sabiduría milenaria. Trascendiendo cualquier barrera espacio-temporal. Puntos de inflexión tan profundos como mi amor a la arena de los desiertos o a la geomancia lemuriana. El miedo de entender que no tenemos ni idea de todo lo que somos capaces, de dudar si hay límites cuando hablamos de crecimiento. Luchas internas que disuelve la grandeza de amar ese camino y verte dentro. De saber que no hay mejor sitio que cualquiera para dejarse llevar una vez existe la paz y la presencia.

21 de septiembre de 2014

Pretendí creer que sentían, pero me he olvidado de engañarme

Os encerráis en salas acolchadas a torturaros con palabras. Empeñados en estirar las lágrimas de quien entiende y acepta la vida desde su esencia. Mirando con cara de pena a aquellos que decís "Se apagan", y la pena la dais vosotros apagando la inmensidad que aún os queda por disfrutar con ellos. Nada va a decir si no acercáis la oreja, si no queréis escuchar de verdad sin miedo a lo que venga. La sonrisa más pura por luchar en cada guiño para frenar los caprichos de una vida que aún se nos escapa de las manos. La sinceridad de la sencillez más cercana haciendo de cada arruga cosquillas de complicidad. La felicidad de saber que nunca es tarde y que el presente cada vez lo es más, y por ello más pleno y bonito.
Os empeñáis en llegar al fin del mundo por una familia que planteáis inamovible hasta que el dinero os corrompe. Pero si vamos a los lazos más cercanos sois capaces de perdonar barbaridades, de aislaros por un ego en plural. Sois capaces de llegar al fin del mundo por ellos, por vosotros, y os acojona llegar al final de una vida. No sois capaces de ver porqué os acojona y es muy simple. No habéis vivido en paz, os dais cuenta de como desperdiciáis vuestra vida, porque no hay mejor espejo que quien tenemos al lado, y de como a esa persona no fuisteis capaces de darle incondicionalidad. En demasiadas ocasiones preferís salir corriendo y no ver la verdad, acabáis frustrados una y otra vez. Igual que con un sexo que os da placer a cuentagotas, pero aún así tiráis vuestra existencia a sus deseos. Buscando constantemente algo en los demás, sin daros cuenta de que todo está en vuestro interior. Que la plenitud es encontrar el masculino y el femenino dentro de ti. Y para lo que sigue no existen palabras.
El pasado se hace ácido cuando sabes que no lo has vivido como un presente, cuando no le diste todo de lo que disponías. Cuando siempre has actuado esperando algo a cambio reclamando y exigiendo responsabilidades que incluso siendo tuyas te divertías en repartir. Y así os perdéis en lo surgido sin intensidad para olvidar de nuevo lo que estáis viviendo ahora. Entonces llega el ego y en ver la tristeza ajena se prepara para autoalimentarse una vez más a costa de la sinceridad ajena. Tomáis como vuestro cualquier sentimiento para sugerir que lo acompañáis, pero os equivocáis cuando lo intentáis hacer con quien es capaz de sentir de verdad, en el corazón. La pena es propia y es precioso quererla, como es precioso compartir una lágrima cuando es sincera, cuando se comparte porque entiendes que tú también eres esa persona, que todos formamos parte de lo mismo, somos lo mismo. Y eso nada tiene que ver con soltar cuatro palabras para saciar vuestro ego. 


Habéis prostituido tanto la palabra sentir que me veo incapaz de pronunciarla sin que duela. 

15 de septiembre de 2014

El camino del Shramana VI: Despedida-Agradecimiento

Texto 1: Entre abrazos

Llegué en busca de un descansillo en la escalera, de un refugio en la montaña. Y me voy por las alturas, agradecido y feliz. Vine en busca de un paréntesis, algo apartado de la vida, de la realidad. Y me encontré con la culminación de un proceso de cambio, con un tramo de concentración de aprendizajes, con la consciencia de vivir el presente. El pasado entre vosotros se ha hecho insignificante porque somos lo que aportamos a cada momento. El futuro vive desdibujado para no enturbiar la presencia. La sencillez de saber que estás donde tienes que estar y que todo lo demás es cosa del Tao. Habéis hecho de este trocito de vida algo bonito de lo que estar agradecido.
Hace muy poco aprendí que irse es algo anecdótico a estas alturas, que de nada sirve la distancia si yo me quedo aquí un poquito entre vosotros. Ahora que nos hemos empapado de nuestra energía simplemente nos hace falta intención para que el vinculo creado sea puente infinito hacia aquello que anhelamos. Algo de mí se rompe para dejar luz en cada abrazo que nos dice bien flojito y al oído un dulce hasta luego. Algo de mí ha nacido aquí, en vosotros, y no pretende irse. Gracias, y muchas.



Texto 2: En la estación

Vivir siempre con la maleta preparada, que no hecha. Porque nada nos queda por llevarnos, que todo está bien dentro donde nadie pueda arrebatarlo. Y siempre dispuestos a volar, levitar o cualquier otra droga que nos permita dar un respiro a los pies y acercarnos a nuestra esencia. La estación huele a domingo de ojos pesados, y habla de la nostalgia de un último beso traducido en millones de abrazos. Me envuelve tanta luz que no sería capaz de cerrar los ojos sin enredarme de nuevo con todo lo que me habéis regalado.



Texto 3: En la 'distancia'

Estas letras son lo más parecido a la inmensidad que fui capaz de dedicaros. Y aún sigo siendo reacio a dar por finalizada esta etapa, a publicar una despedida entre manteles grises, porque habéis sido sencilla, simple y bella luz roja, naranja y amarilla. Colores de aquí, de hoy, de tierra, la Tierra y su grandeza. Creo que va siendo el momento de volver poco a poco, y agradecer desde la distancia. Porque me da la sensación que sigo estando más entre vosotros que aquí conmigo. Os espero pronto con los brazos tan abiertos como fuisteis capaces de recibirme, despedirme y todos los intersticios que eso conlleva. En cada luna llena, noche estrellada, puesta de Sol y niebla de buenos días (como todos allí) siempre habrá algo de vosotros.

7 de septiembre de 2014

¿Sabéis a que huelen vuestros besos?

a mí se han empeñado en darme de esos que huelen a vida,
de esos que te hacen nacer un primer beso entre los labios
cada vez que te rozan
de esos que no tienen miedo a matar cualquier pasado
aunque sea suicidio
porque siempre vuelven con más fuerza

sus ojos hablan de cielos
con montañas como escaleras
y así no hay quien se canse de subir
así no hay quien se canse de la felicidad
de su cintura envuelta en sal y arena

sus palabras son de esas que hacen pararse el mundo
y se hace complicado cerrar la boca
por la admiración
al escucharla

la principal definición de su corazón es luz
y para ella
luz y hogar son sinónimos

los ríos tienen un color diferente
cuando los acaricia sosteniéndose en el agua
igual que lo hace por el aire en mis sueños
igual que me eleva a mí entre sus brazos



tan sólo pretendo llorar
junto a ella
por alguna extraña emoción
a la que no necesitaremos poner nombre
una emoción que llegará
el día que nos sepamos vacío
compartiendo la plenitud
de no necesitar deseos
ni sueños
para estar uno al lado del otro

simplemente entender
que era cuestión del camino
llegar a bailar por el cielo juntos
entender que no llegará el día en que nos conozcamos
porque hoy es ese día
porque vivimos la verdad

esa verdad que nace
cuando no necesitas de proyecciones
para valorar a una persona
para disfrutar cada momento
como el primero
y el último